¿Te suena el concepto reserva ovárica? ¿algún especialista te ha hablado de ello? ¿sabes por qué es importante que te familiarices con el término?
El hecho de que las mujeres están retrasando su maternidad no es nuevo. Circunstancias sociales, laborales, económicas y personales… y una serie de creencias erróneas en torno a la relación entre la edad y la fertilidad, influyen en que busquen su primer hijo cada vez más tarde.
En otras ocasiones os hemos hablado del tema y de las complicaciones que ello acarrea para lograr un embarazo; tanto de manera natural como por reproducción asistida. Las mujeres que acuden a nuestra consulta tienen una media de 38 años, una cifra que nos obliga a correr contra el reloj biológico, dado que a partir de los 35 la fertilidad femenina sufre una merma drástica y progresiva, tanto en el número de óvulos como en su calidad para lograr una gestación normal.
En algunos congresos y reuniones científicas hemos tenido oportunidad de comprobar que esa cifra coincide con lo que viven nuestros colegas en sus centros. Con ellos hemos comentado la extrañeza y estupefacción de muchas pacientes cuando les decimos que su reserva ovárica está prácticamente agotada.
Afortunadamente, las mujeres cada día tienen más conciencia de lo importante que es acudir regularmente a su ginecólogo. Esto representa una oportunidad de oro para familiarizarse con los plazos que rigen la fertilidad y con conceptos como el de reserva ovárica, dado que van a resultar vitales para conseguir un embarazo cuando llegue el momento.
Qué es la reserva ovárica
La reserva ovárica se refiere al número de óvulos que albergan los ovarios de una mujer. Con cada ciclo menstrual, esta reserva va descendiendo. A partir de los 35 años, el número de óvulos cae de forma muy significativa y también lo hace la calidad de los mismos; entendiendo como óvulos de calidad aquellos aptos para dar lugar a un embarazo normal. En torno a los 38 años la reserva ovárica está muy mermada, a los 40 es muy escasa y a partir de los 43 se considera que está agotada.
Por otro lado, existen factores que pueden perjudicar esta reserva ovárica en mujeres mucho más jóvenes (tratamientos oncológicos, exposición a agentes tóxicos, tabaquismo, enfermedades genéticas o metabólicas…).
Para determinar cuál es la reserva ovárica de una mujer no hace falta recurrir a pruebas complicadas. Una ecografía transvaginal nos permite observar el número de folículos antrales que hay en los ovarios. Esta ecografía debe hacerse al inicio del ciclo menstrual. Si observamos más de ocho folículos antrales de entre dos y nueve mm. podemos suponer que la reserva ovárica es buena; y mejor cuanto más elevada es esta cantidad.
Asimismo, mediante un análisis de sangre realizado entre los días segundo y quinto del ciclo podemos conocer el perfil hormonal de FSH (hormona foliculoestimulante) y estradiol. También disponemos de un análisis de sangre que mide la proporción de AMH (hormona antimülleriana). La ventaja de esta prueba es que se puede hacer cualquier día del ciclo y asociado al recuento ecográfico de folículos antrales, nos indica con bastante fiabilidad cuál es la reserva ovárica de la paciente.
Pregunta a tu ginecólogo
En las unidades de reproducción asistida estamos muy acostumbrados a manejar este tipo de pruebas (además de otros parámetros clínicos) a la hora de programar un tratamiento, pero ciertamente no son habituales en las consultas ginecológicas.
No obstante, si la mujer dispusiera de esta información básica relativa a sus probabilidades de lograr un embarazo, tendría la posibilidad de planificar mejor su maternidad y tomar decisiones de cara al futuro. Por ejemplo, una chica joven que por diversas circunstancias tuviera una reserva ovárica baja podría hacerse una idea aproximada de cuándo buscar una gestación natural o vitrificar sus ovocitos para preservar su fertilidad. Por su parte, una mujer que se acercase a los 40 podría saber si todavía puede intentar una gestación natural, si es mejor candidata a la vitrificación o si directamente ha de plantearse la donación de óvulos.
Es cierto que la mayoría de los ginecólogos no preguntan habitualmente a sus pacientes acerca del deseo de tener hijos; mucho menos en los casos de pacientes jóvenes sin ninguna patología significativa. Casi todos omiten esta cuestión por considerar que quizá invaden una esfera demasiado personal.
Tampoco las pacientes suelen pedir información adicional a la revisión ginecológica convencional, tal vez porque creen que si la citología, la colposcopia y la ecografía están bien, su fertilidad también lo está. No obstante, quizá sería bueno que especialistas y pacientes se animasen a tratar esta cuestión con mayor naturalidad en el seno de la consulta rutinaria para tomar decisiones sobre maternidad con más serenidad y tiempo, dos factores clave para lograr el éxito.
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